Piromanía

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Muchas veces nos habéis dicho que está muy bien nuestra campaña, pero que el problema más importante es la piromanía y los incendiarios. Esa gente, que bien por enfermedad o porque no tienen conciencia, queman el monte sin pensar en las consecuencias. Bien es cierto, que nuestro propósito es llegar a cambiar mentalidades, pero con temas como la piromanía no podemos hacer mucho. Respecto a los incendiarios, quizás nuestras palabras, si es que han llegado a ellos de algún modo, pueden hacer que se piensen dos veces prender el monte. Hoy intentaremos dejar claros estos dos conceptos.

La piromanía es un trastorno del control de los impulsos, que produce una atracción por el fuego, la forma de producirlo, observarlo, dominarlo. El pirómano presenta una sintomatología bastante evidente, pues esencialmente produce incendios de forma deliberada y conciente, y experimenta alguna clase de gozo al presenciarlos y participar en sus consecuencias. Todo lo relacionado al fuego le atrae.
No es lo mismo un pirómano que un incendiario, ya que el segundo, es una persona que decide provocar un incendio con algún motivo, y lo hace ocasionalmente.

Esta patología suele desarrollarse a temprana edad, afecta con mayor frecuencia a los varones, especialmente a los que no consiguen destacarse socialmente. Puede haber pirómanos de todas las edades, pero es más frecuente en la adolescencia. En la infancia aparecen casos de piromanía, pero muchos son causados por curiosidad, más que por patologías de comportamiento.

El pirómano no experimentas remordimientos por su accionar, sólo está interesado en la satisfacción que consigue con ella. No existe un tratamiento concreto para esta enfermedad, y en general, no hay motivaciones que lleven a estos individuos a desear una cura. Por lo general, es la prisión, la única solución para evitar que provoquen nuevos incendios.

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